¿Puede el desarrollo visomotor determinar nuestras capacidades cognitivas? Potencialidades de los entornos interactivos de aprendizaje

Se sabe que la experiencia motora, ya desde edades tempranas, genera cambios en la percepción, en la cognición espacial, y en el desarrollo social y emocional (Campos et al, 2000). Un fenómeno que ha incrementado su relevancia en la última década tiene que ver con el procesamiento visual y la conducta motora elicitada por los estímulos ambientales observados. A través del estudio de las affordances (aquellas cualidades de los objetos que nos predisponen para la acción) se ha constatado un efecto de interferencia sistemático en adultos a partir de la activación de los programas motores en tareas de procesamiento conceptual (Ellis & Tucker, 2004). Para investigar si este efecto, en general de facilitación, es sensible al desarrollo evolutivo, se propone una tarea de decisión categórica empleando un paradigma de priming mediante la presentación de estímulos estáticos susceptibles de activar los programas motores de los individuos. Diferentes facilitadores serán presentados a tres grupos de participantes, dos grupos de niños y uno adultos, seguido de los estímulos target para observar si las affordances producen un efecto de interferencia en la tarea propuesta. De encontrar un efecto directo entre los programas motores y procesos cognitivos de orden superior, se estaría en disposición de poder impactar en algunas funciones cognitivas a través del movimiento. El desarrollo tecnológico actual, y la interacción natural, propician el escenario ideal para la generación de entornos interactivos de aprendizaje. Disponer de interfaces que involucren una participación activa por parte del individuo en donde se estimulen diferentes destrezas motoras y cognitivas, particularmente aquellas relacionadas con la coordinación visomotriz, pueden convertirse en tratamientos exitosos con hardware de bajo costo y alta disponibilidad